A 15 días del mundial Brasil 2014, el ambiente futbolero empieza a sentirse en la calle. No es raro que los temas de conversación en las reuniones familiares y las oficinas (al margen de las elecciones y la política) sean la nomina de la selección Colombia, la decisión sobre Falcao, las monas del Panini, las pollas, los planes para ver los partidos y la búsqueda de televisores cercanos.
No es para extrañarse. En dos semanas exactas comienza la fiesta máxima del fútbol, la que cada cuatro años paraliza a naciones enteras frente a un televisor. La que hace olvidar los problemas y pone por encima de todas las cosas el honor deportivo de un país. Un país que por fin, luego de dieciséis años, vuelve a ser protagonista de la fiesta.