jueves, 21 de febrero de 2013

Lincoln: una buena película difícil de ver


En plena guerra interna de Estados Unidos, los estados del sur (esclavistas) van perdiendo contra los estados del norte (no esclavistas). Abraham Lincoln, presidente reelecto y líder de los del norte, sabe que si antes de firmar la paz, la Cámara de Representantes no aprueba una enmienda a la constitución para acabar permanentemente con la esclavitud (uno de sus mayores sueños), luego será imposible hacerlo con representantes del sur votando. Así que hombres, contratados por él, deben convencer a 20 senadores para que cambien su voto y aprueben la abolición antes de que una comisión de paz del sur llegué a Washington.

Esta trama, poco atractiva para muchas personas, es uno de los episodios más importantes en la historia de Estados Unidos y Steven Spielberg decidió llevarla a la pantalla. Él, acostumbrado a hacer películas patrióticas y muy norteamericanas (War Horse, Saving Private Ryan), junto con un Daniel Day Lewis magnífico en su papel de Lincoln, lográ imprimirle un sello indiscutible de calidad a la cinta.


La historia se ve muy real gracias a la ambientación de Washington D.C. en 1865, la decoración de interiores en la Casa Blanca y el Capitolio, los pocos paisajes que de vez en cuando aparecen, el uso de trajes y maquillaje de la época y la actuación, lo repito de nuevo, de Daniel Day Lewis (su casi seguro Oscar es merecido). También es de resaltar el papel de Tommy Lee Jones con un personaje magnífico que tiene un par de momentos excelentes.


Las escenas que muestran las cesiones en la Cámara de Representantes adquieren ritmo gracias a los insultos que van y vienen entre los senadores que creen que los negros no merecen libertad y los que están convencidos de acabar con la esclavitud. Las peleas y estrategias de unos y otros para conseguir votos y defender su postura son apasionadas, cosa que ayuda a que el espectador no se duerma. Además en la escena clave, cuando se da la votación final para aprobar o rechazar la abolición, se consigue suspenso y atención. También es divertido cuando aparecen en acción los hombres encargados de convencer a los 20 senadores de cambiar su voto y las reacciones de algunos de ellos. 


La película, sin embargo, es difícil de ver. Su trama es principalmente política y cuando el presidente se reúne con sus colaboradores o intenta explicar sus razones y estrategias - y gran parte de la película es así -, las conversaciones pueden llegar a resultar complicadas de seguir. El ritmo es lento y enredado. La mayoría de historias secundarias, además, no son un respiro para que el espectador se aleje del mundo político porque significan más problemas para el ya complicado Lincoln; como las peleas con su esposa, que en momentos clave parece ser más una piedra en el zapato que apoyo para un gobernante agobiado.

Todo, además, está pensado para crear un ambiente acorde a la soledad del personaje principal - aunque esté rodeado de personas -. Los salones de la casa blanca tienen ventanas y cortinas cerradas, muchas escenas transcurren en la noche o dentro de cuartos con poca iluminación, y la trama implica muchas oficinas y poco espacio abierto. Lo mismo pasa con la banda sonora y la musicalización.

Pero todo se compensa si le gusta la historia, porque va a tener una aproximación muy exacta a una figura como Abraham Lincoln; la actuación de Day Lewis - sé que es la tercera vez que lo menciono - permite ver la parte humana del personaje histórico: da la impresión de que todo en él es meticulosamente estudiado por el director y el actor... su figura encorvada, su voz, su mirada, la forma en la que da se quita y pone su gorro, los discursos, las anécdotas que cuenta casi en todo momento para explicar sus decisiones o relajar el ambiente, y el magnetismo que causa entre todos los que lo tratan.

Si cuando usted va a cine espera pasar un buen rato que lo relaje y lo entretenga, puede que esta película no sea para usted. Pero si le gusta la historia, la política, quiere empaparse de como se abolió la esclavitud en EE.UU., conocer una figura extraordinaria, ver buenas actuaciones o una película bien hecha (así sea aburrida por momentos), debería tomar el riesgo de verla.

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PD. 1: No es descabellado pensar que 'Lincoln' se pueda llevar el Oscar a mejor película, pues muchas de las que lo han hecho antes no destacan por ser las más divertidas (¿Quién no se aburrió viendo 'The English Patient' o 'Schindler's List'?). Tendrá que batallar con 'Argo', que en las últimas semanas ha venido cogiendo impulso.

PD. 2: Cabe una reflexión moral para quien ve la película. ¿Acudir a la corrupción (dar puestos a cambio de votos lo es) u otras maniobras nonc-santas (algunas mentiras piadosas del presidente) es menos malo si el fin es conseguir que se acabe la esclavitud?...

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